lunes, 4 de julio de 2016

Interpretaciones

El sol quedaba anclado en lo alto, calentando el pueblo de un modo que el invierno había hecho olvidar. Los postes del porche trasero del saloon crujían ante el calor y extendían su sombra hacia la calle, donde un joven Bill esperaba, pacientemente, sobre su carro para realizar la entrega.

La puerta se abrió y el rostro embigotado de Abe asomó tras ella.

—Hola Bill, perdona que te haya hecho esperar, pero tengo una buena liada dentro.

—Hola señor Abe, ¿mucho trabajo?


—No exactamente... 

Abe bajó del porche dispuesto a ayudar al joven Bill a desatar las cuerdas.

—Verás, desde que Tom y Owen nos dejaron, las cosas han andado un poco revueltas; pero ahora, con lo de Jack, la gente que viene al saloon acude con una sombra en el rostro. Las desgracias son malas compañeras para el negocio, tuercen las risas en charlas tristes y elucubraciones, alargan los tiempos entre tragos y ahuyentan al resto de clientela. A poco que te fijes, verás que son menos los que acuden al hotel.

Bill dejó una de las cajas en el porche y el tintineo evidenció la carga.

—Pero, ¿qué es lo que ha pasado con Jack?


Un quiebro repentino, respondió en la cara de Abe.

—¿No te has enterado? Él fue quién acabó con Owen y el herrero; ese maldito bravucón y sus sanguijuelas. En estos temas no hay nada completamente claro, pero se cuenta que Thorn no tuvo más remedio que acabar con él. Al parecer intentaba algo; no sé decirte bien el qué, pero todo apunta a que pretendía hacerse con el hotel. Se rumorea que la desaparición de Bowler tiene que ver con todo esto.

Bill se quedó quieto, recordando la figura y los gestos del grandullón de Jack, e imaginó aquel rostro iracundo despachando a sangre fría al conductor de la diligencia y al herrero. Pensó en el momento de apretar el gatillo, justo antes de que el plomo rompiera huesos y desgarrara carne, anulando la existencia de alguien a quien conocía de tanto tiempo, y un frío primigenio le hizo estremecerse.

—¿Estás bien, chico?

Bill se repuso, pestañeó, tragó saliva un par de veces y se dirigió hacia el carro para continuar con su trabajo.

—Sí, es solo este maldito calor. Hace nada que dejó de nevar y ya siento como si me hirviera la sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario