lunes, 30 de diciembre de 2013

Bad Jimmy (5)



La lengua de tierra serpentea entre un manto de nieve, custodiada por interminables coníferas, cuyas copas puntiagudas arañan la cegadora luz de un cielo gris azulado. Cordón terroso que remonta la montaña, desafiando islas de piedra pulida y resbaladiza, pasos angostos que separan la roca madre del vacío, con la inverosímil huella doble probando que hubo carros buscando la cima.

El caballo resopló aliviado ante la evidencia. Contrariamente a lo que pensaba Jimmy, el camino acababa y la montaña continuaba erguida, gigantesca y triunfal; solo un fino reguero de tierra osaba adentrarse en las rocas escarpadas entre la nieve virgen. La doble huella atravesaba un pequeño claro, abandonando la subida constante, y se dirigía hacia el sólido caserón de troncos, cuyo olor a leña invitaba a pasar.

Abrió la pesada puerta y el calor le dio la bienvenida; el aroma reconfortante de un caldo silvestre, acunado sobre la estufa, inundaba la sala, veteado de cierto toque ahumado. Tras una barra de ásperos troncos partidos por la mitad, una barba enmarañada, guarecía la figura, pequeña y robusta, de 50 inviernos crudos que observaba con curiosidad, trapo en mano.

Junto a la pared, mesas y sillas se amontonaban exiliadas de la sala en estático orden. Solo una permanecía en pie, situada en el centro, cerca de la estufa; tres sombreros la habitaban: elegante bombín de rasgos finos y delicados, tosco gorro de lana rasposo y abrigado y basto tocado de pieles algo desgastado.

Mas sus ojos decidieron seguir cierta estela clara que acababa de surgir de una de las gruesas cortinas que colgaban a la derecha. Quedó atrapado en dos ojos enormes, que llenaban de azul una piel pálida y delicada. Aquellas trampas de hielo se abrieron un poco más al verle y, expulsado del mundo, notó cierto calor en su rostro. La joven dibujó una ligera línea curva en su pequeña boca carnosa y Jimmy no pudo evitar dejar la mandíbula inferior a merced de la gravedad. Giró su rostro, siguiendo el trayecto; solo entonces advirtió el exótico pelo, completamente blanco, que caía sobre sus hombros, la franja de piel que mostraba la pequeña blusa al caminar, hechizado por esa mezcla de suavidad y carácter. Continuó fijo en ella, perdido en su aroma y exuberancia, incapaz de encontrar el camino de vuelta, hasta que una voz áspera y cascada le arrancó del ensueño.

-Adelante, joven, si lo que quiere es sobrevivir, no encontrará otro sitio donde pasar la noche. -dijo el hombre de la barra-.

Dio un respingo y cerró la puerta. Advirtió cierta sorna en la mirada de los hombres de la mesa. Avergonzado, evitó mirar de nuevo a la chica, pero envió una última ojeada a la que se encontraba ya fuera de la vista.

-Déjala, muchacho, -dijo sonriendo el hombre del gorro de lana- esa es guerra de soldados más veteranos. ¿Por qué no te sientas y tomas algo con nosotros? Nos vendría bien uno más. ¡Rob, ponle algo al muchacho! Mi nombre es Tom, ese señoritingo se llama Kurt y aquel del bicho muerto en la cabeza es Greg.

-Gracias, señor, no sé demasiado de estos menesteres, pero será un placer acompañarles.

Cogió una de las sillas y se sentó junto al resto. No tardó en llegar el hombre de la barra con un tazón de caldo y una copa de algún licor que sacudía el cráneo como un relámpago. Recibió los saludos del resto de parroquianos y comenzaron los diálogos.

-Y bien, ¿de dónde eres, muchacho?

-Del sur... de más allá del valle.

Todos callaron un momento, analizando lo recibido y lo restante.

-Ya decía yo... demasiado joven para haber estado aquí antes y, en caso de haber venido de la ciudad, el señor Kurt te hubiera reconocido, jamás se le olvida una cara.

El hombre del gorro de lana miró al tipo del bombín y este asintió con un gesto leve del mentón.

-Tom tiene razón, es bueno para el negocio; guardo en mi cabeza de quién se trata y qué es lo que quiere la gente. Solo así puede uno hacer dinero; descubra los deseos y se hará rico, joven.

El tocado de pieles, tamborileó un par de veces en la mesa y envió cierto ademán de complicidad al resto.

-Si no, te ocurrirá como a mí, vine con el ferrocarril para explorar la zona y aquí me quedé cuando decidieron que había malgastado mi tiempo y su dinero en estas tierras. Menos mal que el señor Conley siempre necesita leñadores.

Las miradas de todos estudiaban al recién llegado, alguno se revolvió en su silla, preocupado por la espera, hasta que, finalmente, las manos hablaron.

-Bien, está bien... -comentó el bombín- Greg, olvidas que falta mucho para que el señor Conley requiera trabajadores. Quizás a nuestro joven amigo le interese algo para sacarse un dinero.

Miradas atentas, mordidas de labio, desvíos de reojo y lecturas mentales. Los gestos más leves deciden con atronadora contundencia.

-No creo que sea necesario de momento; tengo un caballo y algo de dinero. Si, como parece, la suerte sigue de mi parte, lo segundo será algo de lo que no preocuparme en un tiempo.

Rostros marcadamente perplejos, gestos exagerados de incredulidad y una sonrisa alegre, con poso de avaricia, que celebraba lo que la vida le ofrecía.

-Aun así, no está de más informarte. Aquí el señor Kurt viene con su carro todos los años para llenar sus botellas con el agua del manantial de Rob. Ese caldo cura cualquier enfermedad que sean capaces de inventar las señoronas de ciudad...

Continuó el juego de miradas; analizaron los planes y expresaron ruidosamente el asombro al ver de nuevo a Jimmy acogiendo la suerte en sus manos.

-Cierto. Lo que casi nadie sabe es que solo en estas fechas, gracias a la vegetación y los rigores del clima, se dan las condiciones óptimas para que el agua del manantial haga todo su bien. Es ahora, en los crudos fríos invernales, cuando debe adentrarse en las aguas y tomar el preciado líquido. Es por eso que siempre espero que venga alguien dispuesto a recoger el agua a cambio de un precio justo; aunque este año aun no ha aparecido nadie.

Los ojos se afilaron y las manos guardaron distancia, ocultas en un falso temblor. Un ánimo henchido decidió actuar a lo grande y echar el resto.

-Me temo que deberá esperar un poco, señor Kurt; quizá dentro de unos días encuentre algún alma más necesitada a quien sugerir tal oferta. Por ahora, un servidor dormirá como nunca con tres reinas y dos ases...

Uno a uno fueron descubriendo sus cartas, vencidos; hasta que el elegante bombín mostró su mano y se llevó, de un manotazo, las ilusiones invertidas por Jimmy.

-Quizás en otro momento, joven. Por muy bien que vayan las cosas, jamás debe ponerse todas las expectativas en una sola jugada; guarde siempre para otros frentes. Tendrá tiempo de pensar en ello si, finalmente, decide acudir al manantial. Déjeme, no obstante, invitarle a otra copa y a los costes de esta noche. Sea usted bienvenido al manantial de Rob.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Presentes

En medio del camino, el traje de blanco espera; en su mano derecha, esgrime, bien alto, farol encendido; pese a que el reflejo de luna, sobre el polvo blanquecino, ilumina la tierra como sol erguido. Con la orden y el silbido, al escuchar correas tensas y ruido, la nube de polvo regresa a la tierra y la luz trémula, surgida del alcalde, trae a la noche, las formas y los colores del carro perdido.

-Bienvenido, estaba preocupado por la demora.

Ángel intentó bajar del carro pero el suelo embravecido sugirió esperar a bordo y dejar las acrobacias para más adelante. Trató de hablar, mas la lengua chasqueó en idioma extraño. Carraspeó, cogió con ambas manos el sombrero y lo bajó todo cuanto pudo invocando la calma; finalmente resopló, paso la mano por la cara, buscando telarañas y dejó que el otro hablará.

-Ángel, amigo, a juzgar por su aspecto, ha debido tener un duro viaje -dijo DeLoyd sin poder evitar sonreír-. ¡Que gran modelo hubiera tenido en usted el Sr. Clement Clarke Moore! Vestido con pieles de la cabeza a los pies, los ojos chisporroteantes, carrillos rosados, esa cereza redonda por la que ronquea, sobre arco sonriente de perlas negras y la poblada barba cubierta de pálido polvo.

Sin poder contestar, se limitó a reír entre hipos; moviendo su panza. Asió con fuerza su carro y se desplazó con torpeza hasta un gigantesco saco. Lo abrió tras varios intentos, con ruidos metálicos y sonido de cuerda, mostrando orgulloso sus adentros, como buhonero al abrir su tienda.

Allí descansaban los pocos ingresos de que disponían; hoja de cuchillo, perfecta y mugrienta, liberada del mango que lo sustenta; cinceles y formones, igualmente huérfanos; cámara vieja que absorbe la imagen tras esperar una vida; pintura y pinceles, para que soberbios políticos ayuden al resto escribiendo carteles; varas de forja, sueltas y viejas, que formen, con fuerte argamasa, resistentes celdas; una pianola pequeña y tosca, con algunas teclas mudas y rotas; libros de cuentas, pluma y tintero, esperando anotar menos gastos que ingresos; pinzas y tenazas utilizadas antes, para arrancar piezas y restañar partes; muchas botellas de caldo tostado, que destila Tomás el viejo, de savia ácida de un extraño árbol; y bajo del todo, perdidos en el fondo, un eje arreglado y dos ruedas de carro.

DeLoyd observó los presentes, serio y pensativo. -Es posible, Ángel, que sea la mejor compra que se nos haya ocurrido; con unos arreglos y algo de paciencia, tendremos equipo para todos, y un buen aliciente. Solo me queda felicitarte y desear, sinceramente, que seas capaz de recorrer el camino de vuelta, pues me da a mi que alguien pasará la noche en la calle, incapaz siquiera de abrir su puerta.

Ángel, se irguió solemne, aceptando la apuesta, y dejó el carro y sus bestias, en mitad de la senda; marchó feliz y risueño, dando bandazos, recordando los tragos en casa del viejo: magníficas historias, de gente valiente que continúa adelante a pesar del presente, historias que muestran que bueno es el objeto, si lo es quien lo blande; y que es esclavo del mundo, quien precisa lo externo para ser grande.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Bad Jimmy (4)

Oscuro. Líneas vagas se difuminan, torcidas y deformadas, por un espacio infinito. Ni la más tenue luz osa asomarse, dejando plena libertad a una legión de sombras cambiantes, formas extrañas que varían continuamente sin poder identificarlas. La ausencia de diferencia tonal, confunde la mente y crea la paradoja de un lugar lleno de aristas y desniveles, completamente plano a los ojos.

lunes, 9 de diciembre de 2013

El hombre de la cabaña

El sol asoma tras los últimos jirones de velo nocturno, dirige sus primeros rayos hacia el manto de escarcha de las hierbas silvestres; llega la hora del cambio. Garras nudosas se aferran al hueco de un árbol y dos alas descansan, mientras una cabeza se encoje buscando cobijo en el ahuecado plumaje. Desde su posición, observa la cabaña, espera el momento adecuado y cierra sus dos enormes ojos.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Bad Jimmy (3)

El sol ilumina las cimas de los árboles; los primeros destellos bajan por la superficie escarpada hacia el claro, devolviendo a la hoguera el calor que había expulsado durante toda la noche. Cerca de los troncos, oculto entre mantas y pieles, descansa el vencedor a la espera de que el sol le devuelva las fuerzas. Junto a él, resta quien no pudo escoger el lugar de despedida.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Asamblea (2)

Diez figuras bañadas por el reflejo acuoso del sol, flanquean la isla de madera; rostros inquietos de mirada ausente, escarban en sus adentros la respuesta acertada que consiga ofrecerles el futuro que estaban buscando. Esta vez, las gachas de Charles, culpables de que las cucharas del saloon estuvieran erosionadas por el afán de los comensales, permanecían intactas sobre las mesas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Bad Jimmy (2)

El pie de la ladera escarpada se extiende a lo lejos, hasta fundirse con el bosque, el murmullo claro y cristalino amortiguado por el frío y la tierra apelmazada por la humedad. Un espacio que los ojos no pueden abarcar, engrandecido, aún más, por la omnipresente noche. Tímido, oculto entre las aristas verticales, en el lecho de tierra expulsada por la roca, un punto de luz titila desafiando la negrura.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Asamblea

Mesas unidas en medio del saloon, voluntades individuales en busca de un objetivo común; sin piezas fijas, autoridades regaladas ni dioses intocables; lejos de convenios triviales, egos apuntalados y obediencias ciegas. Las normas incuestionables quedaron en un mundo de transparencia falsa y hierro candente. Coordinando, se encuentra quien legitima, admite errores y prepara victorias.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Noticias



Azul limpio, bruma temprana que enfría y adormece, refresca y despierta. Sobre las copas puntiagudas, asoma el reflejo grisáceo de calor amarillo. Aun es pronto, las casas relucen rocío y escarcha. Hace poco, cesaron los últimos golpes, el quejido de madera atravesada y el canto agudo del clavo haciendo camino. Algunos abrazan la paz de los últimos soplos nocturnos y cierran los ojos ante la llegada del alba.

lunes, 28 de octubre de 2013

Bad Jimmy

Chirrido de muelle oxidado, crepitar de jergón barato, crujido de madera vieja y golpeteo de ventana desencajada. Sentado en el lecho, lucha por entender de dónde vienen los sudores cuando pies y manos apenas despiertan, completamente helados. Posa la cabeza sobre un cáliz de manos, esperando encontrar algo de calor humano; pero está sólo, con la luna pálida y fría mostrando el desvencijado lugar.

lunes, 21 de octubre de 2013

Plantando raíces

Rodeado del omnipresente polvo amarillento, al abrigo de la muralla rocosa, se alza un pequeño claro de tierra firme. Un hilo de vida fluye por sus entrañas, ofreciendo frescor y descanso, calmando la sequedad de las gargantas. Recuerda las leyendas antiguas, de tribus coronando las colosales mesas, elevadas sobre el desierto como grandes aves, dueñas y señoras de todo el territorio.

lunes, 14 de octubre de 2013

Rebaños revueltos

Camina encorvado, con el rostro acechante; inspecciona cada pedazo de tierra, buscando en el aire el olor a bestia, husmeando en el suelo huellas paralelas. Mas, en el mar de polvo, nada queda; todo se mueve, se tapa y olvida. Fuera del camino solo existe el presente: voluble, etéreo, fugaz. Un vasto terreno, falsamente calmo, espera el impulso del viento para engullir de nuevo.

lunes, 7 de octubre de 2013

Edgar Miller

El desplome del pie genera ondas en la fina arena. Pequeño temblor perdido en el océano; pulso mudo, ahogado en el silencio. Crestas efímeras que ofrecen la única sombra de ahí al horizonte. Solo allá, cruelmente lejanas, se yerguen burlonas, torcidas y deformes, azotadas por el hálito solar, las columnas rocosas. Un punto distante, tras lagos hechizados, imágenes borrosas y tierra incandescente.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Polluelos (4)

Seres insignificantes coronan el colmillo de tierra. A bordo de un carro, firmes en la cima mellada. Alrededor se extiende el terreno infinito, de polvo amarillo, con las dos columnas rocosas en el horizonte y el tenue camino a la libertad, fundiéndose con la vasta extensión. Desde la base, rodeando al gran colmillo, cinco arañas de humo trepan hambrientas, tejiendo en la ladera su trampa mortal.

lunes, 23 de septiembre de 2013

One (2)

Por la ventana, el crujido agudo de un pelotón de chicharras reblandece y moldea todo cuanto toca. Las cejas acumulan sudor, una pequeña gota comienza a bajar por el puente de la nariz; barba rasposa de dos días, ojos inquietos y patada de orgullo en el rostro. En frente, un bigote encerado tiembla ante el argumento metálico: un tambor que rueda hasta alinear la muerte con el cañón del revólver.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Polluelos (3)


Manos heridas de surcos blancos por riendas tensas, conectan a hombre y bestia. Dos ruedas ligeras, se tambalean a ritmo frenético de radios fundidos; cortan el aire emitiendo silbido de flecha, eclipsado por las risas alocadas de quien jamás osó levantar la voz. A un lado se alza la tierra roja, pintada por los rayos del sol; cortada a cuchillo, elevándose hacia el cielo azul, por encima de un abismo insondable.

lunes, 9 de septiembre de 2013

One


Un sol cansado enrojece el cielo, cubriendo la llanura de luz tenue, antesala nocturna. A lo lejos, el pequeño pueblo cierra las puertas y acude al hogar en busca de cena y descanso. Es la hora de los otros, cuando el saloon enciende sus luces y aquellos que durante el día permanecen a resguardo, acuden a la llamada del alcohol, la música y la tibieza de la carne. Todos viejos conocidos del lugar, la otra cara del mundo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Polluelos (2)

El horizonte extirpa los últimos resquicios diurnos de la oscuridad terrenal. Dos figuras recorren las sombras, adivinando en la negrura los últimos trozos de leña. Un carro maltrecho, descansa entre árboles, acurrucado por el murmullo de un río que fluye unos metros más allá, colina abajo. El silencio envuelve cabezas y hombros en una tela liviana y confortable, herida solo por zumbidos agudos de pequeños insectos.

lunes, 26 de agosto de 2013

Caminos

Un pequeño punto, perdido en el vasto caldero de entre montañas. Una tenue luz abandonada en la bruma nocturna. El triste candil de una estación olvidada, cuyas vías yacen bajo el manto invernal. Y dentro de las cuatro paredes, dos hombres esperan el alba; uno, anclado con metal a un recio banco de madera; el otro, vigila junto a la estufa, alargando la escasa provisión de combustible, hasta que lleguen los suyos.

lunes, 19 de agosto de 2013

Polluelos (1)

De pie, al abrigo del porche, descansan tres niños y su fiel criada. Erguidos, cubiertos por la sombra recortada ante el soleado polvo de la calle. Atentos, observando el elegante edificio de adobe, con gran portón de madera maciza. Se miran, recordando los pasos: saludo, izquierda; uno, dos, tres, cuatro, bienvenida; buenos modales, premio; reverencia, despedida. Por fin ha llegado su momento.

lunes, 12 de agosto de 2013

Edward S. Curteys


Se encuentran delante del gran monstruo; abierto en canal, con la piel arrancada, trozos de carne podrida apilados y entrañas agujereadas, ardiendo en una enorme pira funeraria. Erguidos, de espaldas al viejo cartel, manchado y con bordes enmohecidos, que se alza desafiante ante el cielo azul, clavado a los nuevos huesos, limpios y fuertes, emanando el eco intenso de madera viva.

lunes, 5 de agosto de 2013

Intrusos


El sol ha caído. La oscuridad engulle el pueblo, royendo aristas, aplanando tejados, tapando juntas y vetas con capas de densa negrura. Solo una luz, trémula, se asoma tímida por una de las ventanas de vidrio deforme, enfrentándose a la gélida luna, reptando hasta el lecho estático del polvo dormido del camino. Y junto a ella, brota el leve tintineo, del austero y eficaz brillo de metal extremadamente afilado.

lunes, 29 de julio de 2013

Reyes y fundadores


Las ruedas emiten un guiño a cada visitante, el carro entero reverencia a los que aligeran su carga. Cajas de madera claveteada cruzan la calle alzadas por cadenas de brazos, hasta cruzar el umbral de la gigantesca casa del alcalde. Son apiladas sobre suelo de madera añeja, retando combaduras y grietas; alzándose en torres que desafían vigas colosales, torcidas y carcomidas, hasta rozar el gigantesco techo desconchado.

lunes, 22 de julio de 2013

Charles Bison


Varias arañas, tejen su luz, pergeñando la trampa que retiene a incautos durante toda una noche; perdidos en dados y cartas, en cálidas carnes que soportan, firmes como rocas, las embestidas de la vida por el mortecino brillo del vil metal. Ajeno a todo, oculto de la gran sala, se encuentra un pequeño reino, fuego, caldo y aromas, un bosque de hierro fundido repleto de ingredientes que siempre contiene más de lo que parece albergar.

lunes, 15 de julio de 2013

Vera O'Hara


Una nube de gente se agolpa bajo el grueso toldo, en caos ordenado, con metal en mano, para conseguir la entrada. Sombreros elegantes y gorras de fábrica, codo con codo, intentando adivinar qué hay tras el telón rayado. Por encima de ellos, sobre los hombros de un titánico ser de madera, tallado en tierras exóticas, un hombre ondea su bastón y expulsa a través de un brillante cono metálico, la llamada a los visitantes: ¡Pasen y vean!

lunes, 8 de julio de 2013

Will Nake

La luz tenue del alba, filtrada por el vidrio traslúcido de una ventana helada, ilumina la estufa de hierro fundido: fuerte, humeante, enrojecida por las llamas internas. Sobre ella una mano, herida por los años, coloca una taza de hojalata, cubierta de porcelana, con el caldo oscuro de un café mal colado, de sabor añejo y potente. El aroma inunda la estancia, mezclándose con las humedades y desconchones de la pequeña caseta.

lunes, 1 de julio de 2013

Ángel Romero

Caracol de madera y metal, deja el rastro de dieciséis pezuñas y cuatro aros. Recortado ante el sol, penetra el horizonte; audaz fragata que embiste las olas amarillentas de un mar de polvo seco. A ambos lados se alzan, desafiantes, gigantescas islas de roca lisa recortada por el viento con vastas planicies en sus cimas. Abandona la tierra conocida y aparece, insignificante, a punto de ser engullido por el océano.

lunes, 24 de junio de 2013

Jonathan y Tabitha


El sol calentaba la melaza roja, liberando aromas crudos. Heridas de carro en la tierra, regresaban, vencidas, a su lugar de origen. Dos viejos enemigos en el camino, perdidos por el mal de plomo. Y, allá en la loma, el cadáver de la última de aquellas alimañas. De todos los seres que yacían en aquel pudin de moscardas, solo uno parecía pertenecer al género humano. Se acercó a él, echó su sombrero a un lado y comprobó si le quedaba algo de vida.

lunes, 17 de junio de 2013

Jonathan Woodheart (5)


Aún recelaba de la arena seca, las hierbas amargas abriéndose camino en la roca, los árboles erguidos en solitario, últimos testigos del que había sido su hogar y, por encima de todo, el implacable sol que proyectaba, burlón, la ilusión fresca de su propia sombra. Pese a todo, estaba feliz, con las marañas tejidas durante años abandonadas en los dedos leñosos del frondoso bosque. Sonriendo al ver en sus manos el regalo que acababa de recibir.

lunes, 10 de junio de 2013

Tabitha Seanlan (5)


El Sol doblaba el aire, torciendo imágenes en el horizonte. Plantas cerradas, verdinegras, se alzaban con espinas grises sobre el árido suelo arenoso. Un mar amarillo rodeado de oasis ilusorios, invadido por fino polvo que se aferra a las ropas del extraño, penetrando en la nariz hasta crear costras pastosas en el pórtico de la garganta. El caballo seguía, ojos anclados al suelo, hasta que, al fin, aparecieron deformes, las primeras casas de madera.

lunes, 3 de junio de 2013

Jonathan Woodheart (4)

Junto al fuego, de poca llama y brasas dispersas, sacó el cuaderno y se dispuso a repasar sus notas. Al otro lado permanecía su compañero, alejado de la luz, siempre expectante. Refugiado en su manto pardo; silencioso, erguido, escrutando el terreno con aquellos grandes e impresionantes ojos; de rostro calmo y mirada absorbente. El guerrero ancestral capaz de tomar las armas cuando late la guerra y volver a la paz sin daño alguno en el alma.

lunes, 27 de mayo de 2013

Tabitha Seanlan (4)

No recordaba haber vivido más rápido en toda su vida. A su lado, el recuerdo de la niñez, la adolescencia, incluso las efímeras horas de sueño, permanecían clavadas en madera, expuestas a la intemperie. Hacía ya días que dejó la ciudad y apenas había transcurrido un pestañeo. La primera vez que contemplaba el trayecto recorrido, el vértigo la dejó exhausta. Bajó del caballo y entró en el saloon para calmar la sed.
 

lunes, 20 de mayo de 2013

Jonathan Woodheart (3)

Apoyó la culata en el hombro y notó el tacto suave de la madera en la mejilla. A unos 100 pasos, la criatura alzó majestuosa su cornamenta; resopló, rastreó el aire y uno de sus grandes ojos, esculpido en entrañas de castaño, conectó con él. Pese a estar tan lejos, se quedó inmóvil y recordó las veces que esa mirada le había congelado; llegaron las dudas al no saber qué hacer con una pieza tan grande, la inutilidad de segar una vida para echarla a perder.

lunes, 13 de mayo de 2013

Tabitha Seanlan (3)

Surgen de la nada: gargantas enrojecidas, semblantes erizados y ojos de arma cargada. Conductor y acompañante bajan, manos en alto, pidiendo colaboración. Los pasajeros salen, uno a uno, entregando las armas. Sucias zarpas agarran el flamante rifle del Sr. Ward y algo se quiebra dentro de él. Destripan el equipaje, desdeñando joyas, collares y relojes. Hurgan entre los despojos, obteniendo 150 dólares. Pero siguen hambrientos.

lunes, 6 de mayo de 2013

Jonathan Woodheart (2)


Lleva un fardo a la espalda, algo de ropa, papel y tinta, trozos de pan y un viejo cuchillo, de cachas de roble, de buen metal. Camina con paso de explorador impaciente, tras la silueta de un sombrero domado. Recorre una ruta olvidada en pos de vías principales, descarnada de cascos, ruedas y pisadas. Y a lo lejos, tan sólo quedan dos edificios, luchando en vano por mantenerse a flote entre el frondoso mar de las copas de los árboles.

lunes, 29 de abril de 2013

Tabitha Seanlan (2)


Ecos de pasos ondearon la oscuridad. Notó el papel bajo la mejilla y los dedos de su mano izquierda aprisionados por la sien. El quinqué se había apagado y un hilillo de saliva caía por la comisura de sus labios. Fue abriendo los ojos, reavivando los músculos y tratando de exorcizar el chisporroteo de sus dedos dormidos. De nuevo escuchó los pasos. Escudriñó el entorno buscando respuestas, pues sólo los muertos podrían caminar ya por esa casa.

lunes, 22 de abril de 2013

Jonathan Woodheart

Olas de tañido metálico inundaron la gigantesca sala. Cientos de manos colocaron las últimas piezas, mientras enormes máquinas ahogaban sus movimientos hasta la llegada de un nuevo día.
Minutos después, nada quedaba en aquel lugar diáfano de columnas metálicas, salvo restos de algodón suspendidos en el aire. Quieto, echó un último vistazo antes de marchar.

lunes, 15 de abril de 2013

Tabitha Seanlan


Llamaron un viernes por la mañana. Se encontraba sola, acabando su último bordado para la fábrica de los Wildber. 
Había sobrepasado ya la edad límite en que una airada y graciosa jovencita se torna incómodo problema, los rumores crecieron y algún alma caritativa convenció a los Wildber de que la joven Tabitha debía centrarse en otro tipo de quehaceres.

lunes, 8 de abril de 2013

Por qué vuela Superman


"Clark, evita el enfrentamiento. No hagas nada que no quieras que te hagan, pero acepta que a veces ocurra a la inversa. No corras, saltes, ni rías de forma descontrolada. No soples las velas a pleno pulmón. Un simple codazo, un estrechar de manos o incluso un leve tropiezo, pueden acabar en tragedia... 
Lo siento mucho hijo, sé que te pido demasiado, pero debes contenerte."

lunes, 1 de abril de 2013

Probando ruedas

Como siempre, le tocaba el último. El sol del mediodía picaba burlonamente. Mientras, el pobre Felipe, cocinaba en sus entrañas la valeriana que tomó antes de salir, el calmante cedido amablemente por Encarna y un par de whiskies que otro compañero le aseguró, facilitarían el trámite. Un buen puchero para reposar en posición horizontal. Pero había llegado su turno.

lunes, 25 de marzo de 2013

Buscando presas

 Diez figuras cabalgan apáticas, doblegadas por el continuo golpeteo de la lluvia y el cansancio. Llevan días vagando, sin recodar desde dónde; buscando algún lugar en el que recuperar fuerzas, sin importar el cómo. Hace tiempo que las pezuñas se hunden en el fango únicamente por la promesa de un buen trago, algo de diversión y, sobretodo, un buen lugar que esquilmar.

lunes, 18 de marzo de 2013

Tras el umbral

En medio del pasillo, un único fluorescente parpadea epiléptico fotografiando instantes aparentemente idénticos; losetas quebradas, mugrientas, plagadas de insectos y pintura de pared repleta de tumores, soplada desde dentro por algún ser húmedo y frío. 
Dos ojos curiosos recorren el espacio a golpe de nervio óptico y graban en la memoria la información vital.

lunes, 11 de marzo de 2013

Duelo

Aquel día, alguien había prendido fuego al cielo; el calor doblaba los tejados y abrasaba el horizonte. La gente del lugar se agolpaba bajo los porches; un bosque de setas de fieltro dispuesto a ambos lados de la calle. Y en el camino, entre espejismos acuosos y ese espectro de tierra amarillenta, Will se situó extraño, con los brazales negros evitando las manchas de tinta; esta vez quizás sangre.

lunes, 4 de marzo de 2013

Matices

Verás... hace 53 años, el día que me vertieron al mundo, un relámpago formidable y pálido partió el cielo en dos. Las luces del hospital en que me encontraba se apagaron y el médico se vio imposibilitado para devolverme la vida. Cuesta imaginar las caras de todo el mundo cuando, volviendo del frío, abrí los ojos, tomé todo el aire de la sala y expulsé el miedo al ahogo con un llanto vibrante, fuerte y claro. 

lunes, 25 de febrero de 2013

DeLoyd (5): Jed's Hell


 A su espalda se yergue el esqueleto crujiente y torcido de un pueblo anémico, unido aún al cavernoso útero reseco que dejó de nutrirlo con pepitas de oro. 
El elegante traje de lino blanco, bastón de talla plateada y sombrero de paja, junto a una cruz ensartada en el suelo, gira con el pulgar su anillo hasta situar la efigie de Augusto ante sus ojos... y recuerda.

lunes, 18 de febrero de 2013

Encerrado

Como cada mañana, apoyó las manos en la reja metálica y, negando todo cuanto hubiera tras él, observó el paisaje. Recorrió cada tramo con celo, ejecutando el rito con exactitud ceremonial. Bajó la colina nutrida de espigas tiernas y frescas, exploró el mullido valle y caminó entre las columnas de dura corteza coronadas por verdes copas, hasta atravesar las largas cañas que barren las nubes.

lunes, 11 de febrero de 2013

DeLoyd (4): Por una nueva vida


Dos columnas metálicas sostienen el palacio rodante del capataz, tirado por un gigante de hierro que guarda, ahora dormidas, crines de vapor en sus entrañas. Afuera un ridículo hombrecillo, se mueve inquieto, rasca asustado la opulenta puerta mientras, una y otra vez, se aleja para volver a acercarse. Balbucea con miedo, un hilo de voz apenas perceptible que pide paso anhelando no molestar. 

lunes, 4 de febrero de 2013

Colonos

Millones de rostros boquiabiertos siguen pegados a los destellos rectangulares, alojados en sofás, sillones o echados en el suelo. Apenas parpadean y observan al resto, midiendo en sus caras la magnitud de lo que está ocurriendo. Las expresiones se rompen cuando los altavoces del televido emiten la esperada frase: "Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad". 

lunes, 28 de enero de 2013

DeLoyd (3): Vías de actuación


El quinqué atraviesa a duras penas la mugre de su cristal, iluminando una decrépita pianola que extiende el quejido de madera vieja por un mar de polvo, sillas y mesas. Sólo una de ellas se mantiene a flote, con cercos de alcohol y un fajo de billetes sobre tapete verde, habitada por un tipo de ropas sucias y otro estrellado. En silencio se acompañan a tragos largos, hasta que el vapor del alcohol trepa por la garganta, esparce una densa nube en el cerebro y uno de ellos sabe que es momento de hablar.

lunes, 21 de enero de 2013

Ojos

Cerró ese par de grandes ojos color miel, situándose a merced del mundo durante un latido. Apenas pude sorprenderme cuando los abrió de nuevo y sonrió mientras doblaba el dedo índice, ronroneando un “ven”. 
Aquel inofensivo anzuelo había clavado hondo. Incapaz de apartar la vista, recorrí el ligero vaivén de su espalda hasta el sensual contoneo de sus voluptuosas caderas...